domingo, 1 de marzo de 2015

Crónica Viaje a Barcelona

Viajar a Barcelona ha supuesto conocer un montón de cosas que no sabíamos ni que estaban ahí. Desde a los compañeros de otros cursos hasta a la Escuela de Elisava, yo creo que cada hora que pasábamos en esa ciudad nos sorprendían cosas nuevas y nos empapábamos de ellas. Y eso es extraordinariamente bueno y rejuvenecedor.
Desde el viernes a las 7 de la mañana y tras un largo viaje en tren, cuando llegamos allí no sentíamos otra cosa que aprovechar esos días al máximo (lo que conllevaría a dormir escasamente, pero que mereciese la pena). Caminar por el Passeig de Gracia la primera tarde y poder tocar todos esos edificios que tanto estudiamos en Estética era un auténtico placer; ver cómo los apuntes que tanto nos había costado memorizar se materializaba delante de nosotros.
Las habitaciones del albergue esa noche ya tuvieron que sufrir el doble de ocupantes de los que realmente podían estar (cada día que pasaba el número de gente dentro de una habitación aumentaba); e incluso cuando salimos a los bares, cada uno era su propio museo. O su propio bosque, ¿no?
A todos nos dolieron las escaleras del día siguiente para llegar al Park Güell, aunque mereció la pena. Gaudí en 360º. Y Barcelona en 360º también, para los valientes que se atrevieron a subir a los miradores. Por la tarde viajamos a la otra punta de la ciudad, y tras echarnos la siesta en un Centro Comercial disfrazado de plaza de toros nos encaminamos al Pabellón de Barcelona, de Van der Rohe. Y la impresión que nos llevamos de él… Bueno, mejor la dejamos a la imaginación de cada uno.
La mañana del domingo era libre, y muchos dieron (dimos) gracias por ello. Y por la tarde, prontito, nos encaminamos a lo que sería, sin ninguna duda, lo mejor de la visita: el Museo del Diseño. La exposición de Diseño para el mundo de hoy era, simplemente, impresionante; y más de uno nos convertimos en auténticos niños cuando llegamos a la zona de pruebas. Realmente era gratificante ver algo tan sumamente grande e importante acerca de lo que nos dedicamos. Y no sólo el interior, porque algunos pasaron más tiempo con las luces de fuera que viendo las exposiciones.
Culminamos la excursión el lunes por la mañana con una maravillosa visita a Elisava. Muchísimas gracias por preocuparos tanto, porque realmente la Escuela es otro pequeño gran museo que nos cautivó a todos. Los diseños premiados, la biblioteca, los impresionantes murales y simplemente el ambiente que ahí se respiraba era digno de admirar.

Yo creo que, cuando volvíamos en el tren, nos habíamos rediseñado. De alguna manera u otra. Por muchos más viajes así, Recrea. Que nos rediseñen. 

Cristina Montes.

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